Oda a mi musculito rojo

Te acuerdas cuando el corazón rojo y la mariposa rascándose la garganta? …, en esa época compartíamos, al menos, la saliva, corríamos agarradas de la lengua en busca de un helado de avellana, hablábamos en pseudogíglico y jugábamos a restarle importancia a tus diez años de más.

 

Me dijiste: “Te quiero ahí, abajo, donde me dueles a menudo, así que cómeme el … corazón”, yo te sorbí despacio descubriéndome chiquita y repté a tu lado hasta hundirme en el bolsillo de tu pijama de “a ratos y sólo los domingos”.

 

Entonces la mariposa voló al estómago, te convertiste en mi arcada de todos los días y tus labios empezaron a arañarme.

 

Recuerdo tus palabras al despedirte : “Cuando los besos son demasiado húmedos o demasiado secos, cuando duran demasiado o son demasiado cortos, es que no son dados en el momento ni por la persona adecuada, entonces lo mejor es abrir los ojos, escupir la realidad, enjuagarse la conciencia y tomar decisiones”.

¿ Decisiones ?... Tú decidiste dejarme y yo decidí morirme, primero a lo Bécquer, pero el vértigo me impidió desafiar a Manzano y a sus arreglos del Viaducto, después de verdad, cayendo en la rutina y olvidándote completamente. Y es que había conseguido hacerlo hasta que esta mañana te he encontrado entre mis dientes. De repente he recordado aquella historia que me contaste un día : “ ¿ Sabes cuando alguien se te esconde entre los dientes ?... es una sensación muy física, como esos días en los que te levantas con los ojos con cenizas o tienes bajo las uñas los restos delatores de una noche loca en plena menstruación ajena,… pues eso, una sensación muy física…; estás tres días arrepintiéndote de tu vuelta a la tan imprescindible “ carnivoroalimentación ”, inocente al creer que el resto visitante, en cuestión, es un trozo de carne muerto, y cuando por fin te decides a enfrentarte cara a cara con el problema, frente al espejo, y tras varios intentos desesperados anteriores, mucho menos higiénicos y aconsejables, seda dental en mano, descubres.. que tienes “algo raro entre las muelas”… ¿ Sabes cuando alguien se te esconde entre los dientes ? …, es una sensación muy física, y distinta a cuando lo hace cualquier otra cosa sí digerible, y es que una pepita de tomate o la hebra de un filete de ternera acaban desapareciendo totalmente, cediendo a tu saliva y entrando en tus “juegos” gástricos, en un enjuague a conciencia, entre las cerdas de tu cepillo de dientes o en el extremo puntiagudo de uno de esos objetos de madera, cuyo uso debería prohibirse en público. Pero ¿ las personitas interdentales ?, no, esas no desaparecen nunca, son como las taquicardias supraventiculares paroxísticas, cuando ya creías haberte librado de ellas te recuerdan su presencia haciéndose notar más fuerte”.

 

Pues eso, te has convertido en una de esas intrusas interdentales, ( siempre te encantaron esas paradojas ). Ahora de nuevo, compartimos saliva y aliento matutino… Me pregunto si conseguirás adaptarte a mis excéntricos gustos culinarios y si yo lograré acostumbrarme, otra vez, a tu presencia, sobre todo ahora que eres una caries de mi recuerdo, ahora que me sorprendes incluso cuando me lavo los dientes.

 

 

Madrid 1997